viernes, 30 de diciembre de 2011

Exploté

Exploté. Las tres o cuatro entradas anteriores me parecen asquerosas. No las lean. Me averguenzan. Me parecen forzadas. Cada vez que las leo, las encuentro peores. Gracias.

domingo, 27 de noviembre de 2011

Soy en 57 palabras (...y no comprendo)


Soy olvido
Soy recuerdo
Soy palabra
Soy silencio
Soy respiro
Soy angustia
Soy demonio
Soy fantasma
Soy espanto
Soy reflejo
Soy delirio
Soy espejo
Soy impulso
Soy camino
Soy espacio
Soy arena
Soy disperso
Soy vacío
Soy nostalgia
Soy vigilia
Soy destiempo
Soy el todo
Soy la nada
Soy la risa
Soy el vuelo
Soy el viento
Soy el aire
Soy el grito
Soy imbécil
Soy el vicio
Soy el cielo
Soy memoria
Soy olvido
Soy recuerdo
Soy palabra
Soy silencio
Soy el todo
Soy la nada
Soy fracaso
Soy rechazo
Soy abrazo
Soy pregunta
Soy enfermo
Soy perdido
Soy encuentro
Soy locura
Soy aullido
Soy un grito
Soy exceso
Soy la sombra
Soy la duda
Soy mentira
Soy vergüenza
Soy un chiste
Soy cobarde
Soy sincero
y no  comprendo,
no lo siento,
no lo busco,
no lo encuentro
y no comprendo.

domingo, 13 de noviembre de 2011

Sobre lo que pienso

Lo único que me interesa de verdad es la lectura y la escritura, y detesto no poder ocuparme de ellas como yo quisiera. Me siento a escribir para detener el tiempo un par de minutos o lo que me tomen las palabras. El reloj avanza y las responsabilidades me preocupan y me atrapan por la garganta: me asfixian.

Pero yo me revelo y escribo. A mí no me viene eso de escribir a una hora determinada o a plazos fijos. Escribir es una necesidad que parte en el estómago y empieza subir, muy despacio, como una sensación urgente, ineludible, que no puedo dejar pasar, y que me aborda hasta ocuparme por completo, y que afortunadamente, yo no controlo. Eso es, más o menos, lo que pienso.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

La "buena literatura"

Son las una y cuarto de la madrugada. Me acompaña un café bien cargado y el sonido único de la trompeta de Miles Davis. En la casa todos duermen. Mi pieza está a oscuras y la única luz proviene de la pantalla de mi computador, en el que escribo estas palabras. Cuando releo en voz alta, la música hace de fondo. Así da gusto escribir.

Estaba en el taller, como todos los lunes, y 
comentábamos uno de los libros del escritor uruguayo Mario Levrero, Dejen todo en mis manos. Surgió a partir de ahí una discusión motivadora en la que confluían distintas miradas acerca de lo que es para cada uno la "buena literatura"; a mi modo de ver, algo así como la que se nos hace imprescindible. 

Para algunos, el libro calzó en los "imprescindibles"; para otros quedó en la de los "inmemorables", esos que se olvidan a la vuelta de la esquina. Para mí -y esto fue lo que expresé en el taller- la literatura y el arte en general -y en particular el que me convoca, el que me interesa- lo valoro en la medida en que es capaz de provocar un cambio en mí lo suficientemente fuerte como para hacerme sentir distinto al que era hace un momento.

viernes, 4 de noviembre de 2011

Esto que siento

Yo sé que esto que siento
no durará para siempre.
Pero lo sentiré con más fuerza
mientras esto que siento dure.
Y cuando esto que siento termine
diré que lo que sentí,
mientras duró,
fue tan intenso
que durará
para siempre
mientras lo recuerde.
Y que lo que sentí,
mientras duró,
tenía algún día que terminar,
porque todo lo que sentí
fue  un comienzo
y todo lo que empieza
tiene un fin.
Y cuando entonces
esto que siento lo olvide,
ya todo habrá acabado
y todo lo que sentí
habrá sido pasado.

martes, 1 de noviembre de 2011

Entonces escribo


Llega un momento 

en el que pido a gritos
que todo
se detenga
por un momento.
Pero fracaso.
Y entonces escribo.


lunes, 24 de octubre de 2011

Soy un cobarde


Soy un cobarde,

pero me atrevo 
a decir

que no existe amistad 

más sincera 

que la nuestra.

domingo, 23 de octubre de 2011

Leo en voz alta


Me arrodillo en silencio y leo poesía.

Leo en voz alta, arrastrando las palabras para que suenen con cuidado,
y recito como el poeta excitado que cuenta su propia historia.

Amo la palabra y la vida entera debiera ser palabra escrita a mano.
Transformo la vida en palabras para resolver a medias mi propio descuidado,
mi propio abandono.

Me levanto y leo con más fuerza poesía, poesía, POESÍA,
y se acerca una tormenta y me dejo arrastrar por ella
y en mi memoria resuenan como ecos las estrofas de un poeta
que un día se atrevió a escribir lo que a mí me era esquivo.

Amo la poesía y la leo en voz alta
y así renuncio a la vida como es concebida.
Atravieso caminos desconocidos.
Dejo pasar el viento por mi ventana.

Avanzo un paso y no pienso en el siguiente;
avanzo al siguiente y no pienso en el que viene;
avanzo al que viene y me pierdo
y si me encuentro ya no sé si soy el que era entonces.

Bajo la mirada y leo las palabras de un desconocido,
y sus estrofas se quedan allí, inamovibles,
y se escapan de pronto dejando el rastro de lo inolvidable.

viernes, 14 de octubre de 2011

¡Ay, amor!


¡Ay, amor!
que se asoma
con descaro:
amor insolente,
que no pide permiso,
que no da las gracias,
que no ofrece disculpas.

¡Amor sin vergüenza!
que no exige explicaciones,
que no entiende compromisos,
que no limita con las fronteras
del olvido.

¡Amor atrevido!
Amor que no acepta condiciones,
ni advierte desengaños,
ni fidelidades,
ni comienzos,
ni finales.

¡Ay, amor sincero!
Prefieres amar así,
y si algún día amas
como aman los demás,
¡ay, amor humilde!
Yo voy a entender.

miércoles, 5 de octubre de 2011

Tragicómico

Un día me cambiaron
como quien se cambia
de calzoncillos
y descubrí entonces
que nadie,
(ni un amor de seis primaveras),
Nadie es imprescindible:
gracias, gracias,
y no se moleste en ocultarlo.

domingo, 11 de septiembre de 2011

Periodismo de baño


El único fragmento del día en que leo el diario, es cuando estoy cagando. Mis viejos llenan el piso del baño con diarios esparcidos por todo el suelo para que los perros no dejen tan mojado si es que se pegan la meá. Como buenos ciudadanos que son, mis viejos compran Las Últimas Noticias, a veces la Cuarta, y reciben conforme el Publimetro todas las mañanas: esa es la prensa fresquita que disfruto cada vez que voy al baño. Así que mientras cago, bajo la vista y me pongo a leer con la paciencia del que sabe que tiene que esperar.

No es que salga del baño como un weón informado, eso está claro. Lo bonito –si es que hay algo de bonito en leer el diario y cagar al mismo tiempo- es la dedicación con la que leo unas noticias de mierda -literalmente hablando- que no me interesan y que jamás leería en otro momento. 


Pero los tiempos van cambiando y nosotros vamos cambiando con el tiempo. Confieso que ya no leo el diario. De hecho, pocos lo leen. En cambio leo noticias por Internet, pero solo las que me interesan. No me interesa, por ejemplo, saber lo que le dijo el presidente de la cámara de diputados al parlamentario de renovación nacional. Me importa una raja. 

Hace como dos años me suscribí al Mercurio y definitivamente colapsé. Fui incapaz de consumir tanta información; los diarios se me acumulaban y al final no retenía nada de lo que leía; sentía que me convertía como en un autómata incapaz de procesar lo que recibía... y esa weá me hartó. Decidí que no quería leer más diarios, por lo menos El Mercurio, y tampoco atragantarme con el acontecer nacional si no iba a quedar espacio para la reflexión. "¡Consuma, consuma nomás y no piense tanto!" Otra de las pillerías discretas que publican los medios.

Tampoco me interesa ser ni parecer un tipo actualizado. Nunca me llamó tanto la atención seguir al pie del cañón lo que Fulanito de Tal hizo o dejó de hacer, o lo que dijo o dejó de decir. Eso se lo dejo a los que quieren vivir atornillados a la realidad de la que yo quiero despegar, aunque sea un centímetro del suelo. Prefiero quedarme viendo pasar el viento por mi ventana y levantarme cuando se asome una tormenta para dejarme arrastrar por ella. Prefiero inmortalizarme, bajar la mirada y leer un libro que llevo entre mis manos, que transformarme en una pequeña huella en la arena que se borra con el tiempo disperso.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Por favor no lo intente

Ojalá fuera de las personas que sufren del mal de la página en negro. ¡Ojalá! Arrancar un tema y darle forma y ritmo y sentido no es fácil. Las palabras nunca me sobran y tampoco soy de los que vomita lo que piensa. Y no es que me restrinja, es que simplemente no me nace. Y cuando no me nace, ¡no me nace!
Me gusta dar con las palabras precisas en el momento preciso. Pero me cuesta la paciencia, las horas que avanzan, el sueño que no duermo, me cuesta taaantas cosas, que sigo escribiendo. Si no sé cómo abordar una idea o incluso peor, si no sé de qué escribir y soy consciente que tengo mucho que decir, digo: "sufro del mal de la página en blanco". Y sufro. Sufro de verdad como sufren los que han sufrido de verdad. Es que no es facil escribir (y por eso me gusta tanto). Así que no lo intente, por favor: no lo intente.

Ahora sufro del mal de la página en blanco. Digamos que soy una víctima. Es terrible. Pero no me dejo vencer tan fácil. Escribo sobre por qué no escribo: la manera más valiente y astuta para salir del paso y darme el gusto de escribir. Y solo me puedo dar ese lujo en este espacio. ¿En qué otro lado aceptarían a un tipo que escribe y que confiesa de partida que no sabe sobre qué escribir? Si en algún lado leen a ese tipo de gente, me gustaría saberlo. Pero yo insisto: escribir NUNCA FUE FÁCIL. Así que por favor, se lo digo con razón, por su propio bien, no lo intente. No escriba. Y déjeme escribir a mí.

sábado, 3 de septiembre de 2011

¡Auxilio!

Palabras al olvido

Me acuerdo de ti. Sería imposible no hacerlo. No sé si será el momento para enviarte este mensaje. Quizá es demasiado tarde. Quizá demasiado pronto. Podría estar todo un día discutiendo eso. Por eso te escribo sin pensarlo tanto.


Solo quiero saber de ti, ¿cómo estás? Yo no sé si estoy bien o mal. Mi vida ha tomado un rumbo extraño y a veces se me escapa de las manos. A mis viejos los he hecho sufrir más de la cuenta, aunque yo, por dentro, estoy decidido. Es mi camino y yo mismo lo he construido.


Terminé la página de Francisco Mouat ¿Te acuerdas? fueron varios dolores de cabeza. Sigo trabajando en Total Street y cada publicación está mejor. Sigo yendo al taller de los lunes. Me queda un año de universidad. Sigo leyendo como loco. Y sigo escribiendo, incluso más que antes.


Pero quiero saber de ti. Para mí no ha sido fácil. Ahora yo estoy solo. Yo no sé si tu estarás acompañada. Pero me gustaría saber de ti.


No pienses que es una obligación responderme. Yo te escribí porque creía que era el momento de hacerlo. Si tú crees que no es el momento, lee este mensaje y luego cierra la bandeja.


Yo voy a entender.

jueves, 1 de septiembre de 2011

A Nicanor Parra

Si no le gusta la poesía, lea antipoesía
Si le gusta la antipoesía,
Lea a Nicanor Parra
Si no sabe qué es la antipoesía:
Lea a Nicanor Parra.

Sé que la poesía no está de moda,
pero eso a quién le importa.
Sé que muchos no entienden la poesía,
Porque pretenden entenderlo todo.

Escriba en Google "Nicanor Parra"
Aparecerá casi toda su obra
Pero le doy el dato igual:
Nicanor Parra, Obras Gruesa,
Editorial Andrés Bello.

Es más, le traigo un poema.
A gusto mío, uno de los mejores:
Último Brindis, qué mejor pa' estas fechas
Le dejo dos estrofas
Y usted las completa
Con la sonrisa.

“Lo queramos o no 
Solo tenemos tres alternativas:
El ayer, el presente y el mañana.
Y ni siquiera tres
Porque como dice el filósofo
El ayer es ayer
Nos pertenece en el recuerdo:
A la rosa que ya se deshojó
No se le puede sacar otro pétalo"...

miércoles, 31 de agosto de 2011

El Mapocho rebelde

Como diría Pedro Lemebel, el Mapocho es lo único rebelde que le va quedando a esta ciudad, por eso algunos ya quieren barrer con ese espacio. "¡Que sea navegable!" dicen, y apluden entusiasmados cuanto proyecto pretenda transformar al principal curso de agua de la ciudad de Santiago en un río limpio y subordinado a la estética que promueve el mercado. 

¿Qué sería del Mapocho, ícono de la cultura popular del país, transformado en un centro de atracción turística? Mejor ni imaginarlo. Quienes consideren al Mapocho un río indecente y repugnante no debieran condicionar al resto su percepción personal, aunque sea cierta. El Mapocho no es un caudal de aguas cristalinas ni pretende serlo. El Mapocho es ordinario, y por más que no quieran aceptarlo, en ello habita su belleza.

martes, 30 de agosto de 2011

Cálmate

Cálmate, cálmate, cálmate ♪♪

Cálmate, cálmate, cálmate ♪

Hay mucho que aprender ♪♪ 

Y poco que perder... ♪

Hay mucho que aprender ♪♪

Y poco que perder. ♪

sábado, 27 de agosto de 2011

Ella duerme como una sirena

Ella duerme como una sirena, 

Y yo no quiero interrumpir sus sueños 

Con mis vigilias enfermizas. 

 

Me tomo un sorbo de piscola.

La lluvia golpea las ventanas. 

 

Hablo del silencio,

Aunque no lo comparto con nadie. 

El silencio se comparte, sin duda, 

Pero a mi me cuesta compartirlo. 

 

Parece que estoy enfermo, 

Como un enfermo de esos que no dejan 

De preguntarse mil veces si está bien o mal 

LO QUE DIJERON, si está bien o mal 

LO QUE HICIERON, si está bien o mal 

LO QUE SINTIERON...

 

La seguridad la encuentro

ALLÁ BIEN LEJOS.

 

El silencio sigue siendo mío, 

Pero yo insisto: no quiero compartirlo. 

Y ella duerme,
Ella duerme c
omo una sirena.

viernes, 19 de agosto de 2011

Apuntes de invierno

1. Dicen que hoy llovió como nunca, que hizo un frío inédito y que hasta nevó en varias partes de la capital. Y recalco que "dicen" porque yo no me fijé en nada de eso. Pasé todo el día vegetando en la casa, prácticamente encerrado, y no pasé ni frío (doy gracias). Tenía pensado levantarme temprano para ir a la marcha estudiantil pero la verdad es que lluvia de hoy en la mañana golpeaba tan fuertemente el techo y las murallas, que me hizo dudar hasta convencerme que era mejor quedarme durmiendo. Después vi por la tele el panorama. Quizá producto del sueño (suelo pensar huevadas insólitas cuando despierto) creí que podían cancelar la marcha. Pero no, ahí los veía a todos con sus paraguas y sus impermeables -la mayoría negros- avanzando por la Alameda con el frío y la lluvia acechando. Por un momento pude imaginar como que todas esas personas marchaban en realidad por la muerte de algún personaje histórico. En todo caso, no estaba tan lejos de la muerte con esa idea que me apareció de repente, si en este país hace rato que la educación falleció.
 

2. Las imágenes me dieron recargo de conciencia. Yo tenía que estar ahí. Hace tiempo siento un deber ciudadano que jamás había experimentado. Pero no, estaba parado como huevón frente al televisor y armando en mi mente esas excusas que son en realidad mentiras para autoconvencernos de una verdad forzada por nosotros mismos. Miré por la ventana y vi que era cierto, estaba lloviendo, pero no exageradamente, y jamás vi nieve y para ser sincero no me moría por ver nieve. En la tele decían que era un hecho inusual y dividían las transmisiones de las noticias entre la marcha y la nieve tratando de hacer una conexión que me parecía forzada. Un rato veía a los estudiantes marchando bajo la lluvia y después  a un periodista en Las Condes preguntándole a las familias del sector si estaban sorprendidas por el "hecho inédito" y no faltó el cabrito chico que quería decir alguna estupidéz por el micróno y que el periodista le dio tribuna con una sonrisa de mierda en la cara. Mejor me fui a acostar. Dormí casi todo el día y ahora en la noche escribo más despierto que la mierda. 


3. Con un amigo fuimos a ver al músico chileno Manuel Huerta. Tocaba en mi universidad, en la Central. En el camino nos tomamos un vinito merlot que venía perfecto para una noche fría y nublada como esa. Yo nunca había escuchado a Manuel Huerta. Mi amigo me decía que era bueno, que le ponía, pero yo no sabía qué tanto. Ese día conocí la música de Huerta y fue un verdadero descubrimiento. Esa noche se hizo patente la belleza de su música y su letra, inconfundible. "Solo sé que quien soñó la fantasía/ se quedó con sus momentos olvidados/ y en lugar de un gran dolor/ se enfrentó con la incerteza del pasado (8)... Nos fuimos satisfechos, distinto a como entramos. Eso lo logran los grandes artistas. Huerta es uno de ellos y me da lata que en mi país no sepamos rescatarlos. Tenemos un tremendo músico tocando en un escenario bonito y con un público atento pero que no supera las 40 personas, si es que. Sé que eso importa poco para un verdadero artista y tampoco para quienes lo escuchan, incluso se rescata y se valora la cercanía y la intimidad que se genera en funciones como esas. Es el hecho mismo el que critico. Pienso en la mierda desechable de música que está de moda y que convoca multitudes que repletan estadios enteros, y me da rabia siquiera pensarlo.


4. Me cuesta escribir historias. Algo no anda bien ahí. Siento que aparecen muchas ideas y que no tengo cómo transformarlas en palabras. Y cuando lo intento, no me convence. Tengo las ganas, aunque me da una especie de temor confuso intentarlo tantas veces y darme cuenta en algún momento que simplemente no puedo o no tengo el talento necesario y que debo dedicarme para siempre a escribir lo que pienso y que el único gran libro que un día voy a poder armar y no sé si publicar se va a tener que llamar: La voz de mi pensamiento. Algo así como una recopliación de todos mis escritos de este blog más un epílogo y acompañado de textos de los autores que más leo. No suena tan mal. Pero yo quiero más. Quiero ir más allá y en el fondo... en el fondo sé que puedo hacerlo. Con un poco de paciencia voy a lograrlo. Cuando lo logre voy a sentir que mi alma se desprende de mi cuerpo y que los seis gramos que dicen que pesa, desaparecerán. Y voy a notarlo, voy a sentirme más liviano y seré momentaneamente feliz, limitadamente volátil hasta poner otra vez los pies en la tierra. Cuando lo logré voy a sentir que hice todo lo que tenía que hacer, que di todo lo que tenía que dar. Una vez le expliqué a un amigo que puedo pasar un día entero acostado, mirando el techo, esperando que la luz del día y de la noche hagan lo suyo mientras yo sigo mirando el techo esperando la nada, dejando que pase todo... pero un solo texto que escriba o incluso un solo pensamiento que traspase satisfecho a palabras, son suficientes para hacerme sentir que no fue un día perdido. O dicho de otra manera, un texto que escriba basta para darme a entender que pasar el día entero mirando el techo, sí tuvo sentido.

jueves, 18 de agosto de 2011

Las palabras

No les puedo pedir más a las palabras porque ya les debo mucho; son ellas las que deben exigirme a mí que les dé lo que merecen.

martes, 16 de agosto de 2011

Prefiero ser un escribidor

¿Sobre qué te gusta escribir? Me quedé pensando en la respuesta. Me gusta escribir sobre lo que pienso, sobre lo que veo, sobre lo que siento. Sobre eso me gusta escribir, le respondí. También me gusta escribir historias pequeñas, aunque me cuesta un poco inventarlas, así que no sé, prefiero armarlas a partir de una experiencia personal.

Cuando chico mi vieja me regalaba todos los años una agenda. Me acuerdo que en ese tiempo una agenda era un regalo para niñas, y quizá todavía lo sea. A las niñas les gustaba escribir sus confesiones y mantenerlas ocultas y aseguradas con un candado. Yo me acuerdo que tuve una de la selección chilena y otra de Coca-Cola, pero eso daba lo mismo, era un detalle. Al final, escribir lo que uno hacía durante el día era medio mamón, de mariconcito, pero yo lo hacía igual.

Todas las noches, antes de dormir, escribía unas cuántas líneas que resumían un día entero. Cuánto daría ahora por tener esos escritos en mis manos y volver a encontrarme con esas palabras. Palabras de niño, palabras inocentes, palabras sin pretenciones, sin cargas, sin ánimo de nada... Soy incapaz de recordar lo que me motivaba a escribir entonces. Y si lo pienso más todavía, tampoco tengo una respuesta elaborada o una razón demasiado clara de por qué escribo ahora.

Ya no puedo dejar de escribir, eso lo tengo claro. Cuando paso mucho tiempo sin escribir y escribo, me siento como aliviado, como si me sacara una mochila gigantesca de mi espalda, me siento liviano y me siento también como quien cumple con un deber importante; me siento satisfecho conmigo mismo. Me encanta esa sensación. El otro día pensaba que por "naturaleza" -si es que cabe el término- soy una persona que no sabe gritar ("¡no sé gritar!"), "y en lugar de gritar, escribo".

Eres escritor, me dijo. Me quedé pensando qué contestar. Siento honestamente que me queda muy grande esa palabra. Pero escribes, ¿cierto? Claro que escribo, le respondí, hay personas que bailan, y son bailarines; otras que cantan, y son cantantes; pero hay muchos que escriben, y no son escritores. Puede ser, me respondió, pero uno sabe cuando nació para algo. 

Yo no sé ni nací para escribir. Yo no sé si las personas nacen para algo. En el fondo, me gustaría ser escritor, pero creo que siempre voy a decir que soy periodista antes que escritor, como una estrategia barata para evadir el fracaso. Prefiero ser un periodista que escribe, suena mejor. Pero por ahora digo que soy un escribidor, que no es lo mismo.

A ella le dio risa mi respuesta... y a mi también.

lunes, 15 de agosto de 2011

Una vida asquerosamente cómoda

En la vida siempre se nos presentan oportunidades que determinan el camino que recorremos. Ese camino es la vida, nuestra vida. ¿Quién más que nosotros tiene el deber de elegir el camino por el que queremos caminar? Somos nosotros el resultado de nuestras propias decisiones. Algunos dicen que tenemos lo que nos merecemos. Puede ser que sí. En todo caso, me cuesta creer que existan oportunidades únicas en la vida si vivimos eligiendo en un mundo repleto de oportunidades. Cuántas oportunidades tomamos, cuántas desechamos. Quiero esto y esto otro. Esto no lo quiero, pero esto sí. Cuántos caminos dejamos de lado por preferir otros más cómodos, pavimentados, limpiecitos, ordenaditos, más facilones, por el que transitan la mayoría de las vidas comunes. No quiero decir que la gente que opte por el camino tradicional (ese que está socialmente establecido) prescinda de problemas. Ojalá fuera así. Lo que quiero decir es que la gente opta por el único camino que conocen, por el camino "obvio" -por llamarlo de alguna manera- como si no existieran otros, como si fuera "EL camino", y no se dan el trabajo de ver más allá de la cuadra en la que habitan cotidianamente. Yo creo que hay que ser valiente para atraverse a mirar un poco más allá, para despegar "aunque sea un centímetro de la tierra a la que no quiero vivir atornillado", porque fuera de la pista pavimentada está la tierra, las piedrecillas, las rocas, el frío, la lluvia, el sol en pleno rostro pero también el sol iluminador, calentito, acogedor, y ese trayecto a mí me llama más la atención, quizá porque me es desconocido o porque me parece más lejano y lo lejano quisiera tenerlo más cerca. En cambio la vida del camino pavimentado la conozco de sobra, porque es el camino que eligieron mis padres, mi familia y la gente de la ciudad; conozco esos rostros, esas manos, esas miradas hijas de la vida agitada, de la vida acorralada por el sistema que los atrapa por la garganta y los estruja y los termina volviendo locos. Locos, enfermos y trastornados. Yo soy un posible candidato para participar de todo eso. Pero como la vez que me saqué el servicio militar, yo me justifico y me rectifico antes de tiempo: no quiero llevar una vida asquerosamente cómoda.

domingo, 7 de agosto de 2011

La dictadura de los días

He conocido la vida traumática de algunos de los grandes escritores y entonces digo, mierda, llevo una vida asquerosamente cómoda, no estoy dispuesto a pasar mi vida viviendo tan comodo, quiero pasarlo mal, quiero vivir marginado, sentirme ajeno, estúpidamente superior al resto. Quiero escribir desde la angustia, desde la pena, desde el dolor, desde la rabia. Quiero hacer de las palabras una sinfonía de lamentos, un dispensador de disconformidades. Pero soy taaan feliz. Y todo anda bien por estos lados.

No quiero parecer un mal agradecido, aunque lo sea.
No quiero parecer enfermo, aunque en el fondo lo esté.
No quiero vivir profundamente angustiado, aunque a veces lo viva.
Aunque pase todo, yo quiero nada,
y no sé si estar tan seguro de eso.

Me siento estúpido.
Me siento engañado.
Me siento parte de esto.
Y me odio por eso.

Quiero escapar, arriesgarlo todo sin perder nada.
Quiero vivir sin miedos, rodeado de fantasmas.
Quiero un lápiz grafito y palabras infinitas.
Quiero dimensiones paralelas
en el paso atropellado del camino a casa.
Quiero decisiones presentes para el futuro incierto.
Quiero recuerdos permanentes en el mundo del olvido.

¿Hasta cuándo somos capaces de resistir
sin ser arrastrados por esa ola gigantesca
que llaman vida?

Ideas de domingo por la tarde
Lluvia de gotas que golpean con furia las ventanas,
camas deshechas,
miradas cabizbajas
rostros demacrados
lagañas maduras,
resaca rompesueños
pensamientos profundos
digresiones ligeras
angustia vital...

La evidencia más evidente
de que el ser humano es ciudadano,
es que acepta conforme la dictaduras de los días:
lunes...
martes...
miércoles...
jueves...
viernes...
sábado...domingo...
lunes...
martes...
miércoles...
¿existe peor dictadura
que la del paso uniforme de los días?

martes, 19 de julio de 2011

Palabras que alumbran

Puedo maltratar el tiempo y aguardar entre pasatiempos inventados. Puedo, por ejemplo, revisar mi correo más de cinco veces en tres minutos; entrar a Facebook y perder el tiempo; intercambiar palabras desinteresadas con algún amigo; leer a medias algunos artículos de prensa, poemas y otros cuentos que no termino; bajar a la cocina y comer algo; puedo hacer todo eso y mientras por mi cabeza ocurren otras cosas. Puede que en el fondo exista una idea que no me suelta y que yo tampoco estoy dispuesto a dejar que escape.

Puede pasar un día entero sin que escriba una palabra. Pueden pasar semanas incluso. Puede que diga no, no hace falta tanto apuro y prefiero esperar atento a que vuele una mosca por mi ventana. Puede que sienta que el tiempo avanza y que estoy aquí para detenerlo con rebeldía. Puede que me digan que camino sobre la luna, que estoy medio loco, que soy inmaduro...; puede que sea rían de mí, porque me exijo, a veces demasiado, ser un poco distinto al resto y no lo consigo.

Puede que parezca arrogante de mi parte, apuntar satisfecho que cito mis palabras y que las leo una y mil veces, y que me enorgullezco de ellas hasta llegar a odiarlas. Puede sonar estúpido si digo que pienso en lo que escribo y que ahora no hago más que escribir en lo que pienso.

Puedo parecer un tonto sincero si admito que me han dicho que escribo como el pico, que parezco weón quedándome hasta tarde escribiendo huevadas que no le sirven a nadie y que no vale la pena dejar todo lo demás de lado: tareas, obligaciones, compromisos. Pero no me importa nada: me siento tan satisfecho, tan comprometido con la vida, tan consciente de mi mismo cuando acierto con la última tecla el fin de un párrafo, que entonces fueron palabras en llamas y ahora son fuego; fuego que no se apaga y que alumbra como alumbran las ideas cuando aparecen de repente, sin horarios ni restricciones... Así fue como nacieron estas palabras, y doy gracias por eso.

domingo, 17 de julio de 2011

Encontrarnos a nosotros mismos

Las ideas son de quien las escribe, por eso cuando mis pensamientos se encuentra dispersos y piden auxilio, yo escribo. A veces, cuando no me siento preparado para atenderlos, dejo que griten, que pataleen más de la cuenta, que se manifiesten en páginas en blanco. Así me sentía antes de escribir estas palabras... Hay que saber enfrentar nuestras certezas; esas verdades que creemos irrebatibles, son las que debemos poner siempre en cuestionamiento. Así nos aventuramos en una de las tareas más difíciles y fascinantes que puede acometer el ser humano: encontrarse a sí mismo. 

No deja de asombrarme el convencimiento con que algunas personas sostienen sus verdades y dan cátedra sobre lo que ellos consideran como correcto y que debe serlo también para quienes lo escuchan. Proyectan sus temores y frustraciones muchas veces disfrazadas de una sabiduría que deja gusto a poco, si es que nada. A mí me da risa escucharlos y prestarles un momento de atención, porque veo que se inflan como globos y acaban tarde o temprano por reventar. Así los quedo mirando, cuando ya no son más que un plástico inservible, desinflado, que queda tirado en el suelo.

Vivimos constantemente cayendo en contradicciones, no podemos evitarlo. Pensamos siempre que encontramos una salida cuando nos topamos con otra encrucijada. Y si finalmente pensamos -aquel acto que merece un momento de nuestra atención para fijarnos en lo que pasa por nuestra cabeza-; si finalmente detenemos el tiempo por un segundo que sea, nos damos cuenta que estamos atrapados, condenados a vivir con los mismos cuestionamientos (quién soy, de dónde vengo, hacia dónde voy) que toda persona que piensa tiene el derecho a preguntarse y a no resolver si le exigen equivocadamente una respuesta correcta.

Si me preguntan por certezas, la muerte es lo único que tenemos asegurado y digo más: nuestro destino es estar solos, apuntamos a ello, vivimos acompañados, en comunidad, pero la muerte se vive en la más profunda soledad; la muerte es unipersonal. ¿Alguien puede decir lo contrario? De acuerdo, yo también sostengo mis verdades 'a medias', mis verdades 'equivocadas', mis 'ilusiones pasajeras', pero parto de esa premisa que me sostiene siempre a la deriva, que me descubre algunas veces muy bien encaminado y en otras MUY desorientado. Esa es la idea: Voy hacia el ser y la nada, voy hacia la vida, voy a encontrarme conmigo mismo.

miércoles, 13 de julio de 2011

¿Te acuerdas?

¿Te acuerdas del último beso que te di?
el de nuestra despedida:
te sostuve entre mis manos,
te besé la frente
te dije que no me olvidaras,
fueron palabras al viento.

¿Te acuerdas del último abrazo que te di?
el de nuestra despedida:
te abaracé bien fuerte
te dije que lloraras,
y te amé como nunca.

¿Te acuerdas del último te amo?
el de nuestra despedida,
te dije te amo, te amo,
mientras pensaba con la cabeza
y acallaba los gritos de mi corazón.

¿Te acuerdas la última vez que nos escuchamos?
en nuestra despedida:
te escuché con atención
y tú mi último aullido,
con el miedo que solo puede tener 
quien espera la despedida.

No puedo escucharte
Ni verte
Ni puedo sentir tus latidos.
Las imágenes que tengo
no reproducen sonidos,
y los recuerdos
aparecen teñidos de nostalgia.

No sé si estuve bien
No sé, no sé...
No espero saberlo tan pronto.
Porque si algo he aprendido
de este tiempo tan loco
y de una noche como esta
es que no puedo dejar
de gritar mierda 
cuando lo pienso 
más de dos veces.,,

En una noche

incomoda
solitaria
intranquila
penosa,
como esta,
aprendí que la razón
empaña el sentimiento,
y que te amo,
te amo desde el silencio y el olvido.

miércoles, 29 de junio de 2011

Sueño Despierto

Sueño. Avanzo velózmente por un túnel estrecho. Mis fantasmas me acompañan. Mis miedos me acompañan. Mis errores y mis pecados. "No está permitido mirar atrás". Las espinas me rasguñan. Espinas que se atraviesan, a propósito de mi muerte. De mis brazos rasmillados veo la sangre que cae, burlesca. De mi espalda, el dolor del peso de una carga insoportable. De mi cuerpo la fatiga de la derrota.  No me detengo. Avanzo. Una estela de recuerdos que me persiguen difusos me atrapan por la garganta. Las espinas me rasguñan. Los miedos me paralizan. Convierto el dolor en placer reprimido. Se arrastran por mis mejillas las primeras lágrimas de injusticia. Las únicas. No hay más. Suficientes para convencerme que debo seguir adelante, y cada vez más rápido. Soy un hombre duro que ya no tiene más remedio. Pero por dentro me destruyo. Me desintegro. Me deshabito. Me deslizo por un túnel estrecho. Tomo aire y el viento me asfixia. Abro los ojos. No veo. Está oscuro. No me detengo. Avanzo. Siento frío. Las lágrimas se secan. Me olvido. Ya no recuerdo. Sonrío. Me río. Ahora veo. Se acercan. Se acercan mis miedos. Ahora grito. Grito... ¡GRITO!

Despierto.

Estamos tan cerca,
que a veces te siento
en mis pensamientos,
que avanzas, discreta,
no muy lejos,
y te siento. 

Te extraño,
cuando estoy solo,
mientras llueve,
cuando elimino fotografías,
cuando me obligo a olvidarte,
cuando doy un adios definitivo,
que siempre queda inconcluso.

Adióses, adióses,
los maldigo en voz alta,
son la peor estocada.

Me quedo sin aire,
cuando me digo 'detente,
todavía estoy a tiempo'.

domingo, 19 de junio de 2011

Casi como un lamento

Ofrezco mis disculpas a quienes las reciban
porque la vida se escapó de mis manos
y eso ya no tiene más remedio
que el irónico arrepentimiento.

Espero junto a la impaciencia,
mas si maltrato el tiempo aguardando
entre pasatiempos inventados,
que vuelva a mis manos lo que llaman vida.

Pregunto si acaso existe
alguna señal razonable
para sostener con voz de mando
que lo que llaman vida vuela de mano en mano.

Afuera la lluvia cae
como desquitándose, 
y yo hago lo mío con estas palabras 
que son como un lamento.

jueves, 16 de junio de 2011

¡Cuidado! Un mediocre en el camino

(¡Dios mío santo!), no es fácil reconocer en uno tanta mediocridad. Yo camino. Camino en una dirección que desconozco hacia dónde lleva. Es a ratos difusa y con desviaciones naturales. No vivo ni de metas ni de objetivos concretos, porque condicionan al éxito o al fracaso y esas dos palabras me saben a mentira. No me interesa ni me urge tampoco sentirme ajeno a todo eso, que se entiende como el bien común. Si me dan a elegir, prefiero ser un fracasado contento que un exitoso amargado. 

A veces me siento un poco descolocado, como fuera de lugar. Prescindo de aptitudes para emprender como dios manda, entre tanta competencia entre jovencitos que aspiran alcanzar "la cima". Me cago en la competencia, me cago en "la cima". Yo escribo, y ni siquiera sé si lo hago bien o mal. Y más allá que por alimentar mi propio ego -que a ratos se muere de hambre- no me interesa saberlo. 

Está de moda tener proyecciones, proyectos, visión de futuro. A ellos les llaman hombres de bien, porque tienen clarito lo que quieren en su vida: quieren sacar un título, trabajar, tener un auto, una casa, una familia, y trabajar, trabajar y trabajar, como si el mundo se va a acabar. Aspiran alcanzar el tan anhelado sueño burgués. Y después qué... Después nada.

Yo nunca he estado a la moda. Hace más de cinco años que ocupo la mismas dos chaquetas para vestirme, no me compro ropa y no escucho la música que suena en las radios. No hablo de farándula, ni de fútbol, ni de autos. A veces, solo a veces, leo las noticias importante -y eso que soy periodista- pero tengo más opinión que cualquier idiota que pasa el día entero viendo tele. Como diría la "gente de bien", soy una persona carente de ambiciones, una especie de niño "mediocre".

No sé lo que quiero para el mañana. Lo más cómodo para mí sería decir que quiero pasar la vida escribiendo lo que se me dé la gana y que publicaran todas mi tonteras y me pagaran por ello. Soñar es gratis. Lo que sí tengo más o menos claro es que quiero hacer algo que me mantenga contento. ¡Ésa sí que podría ser una ambición!, si es que aspirara al poder, a la riqueza, a la dignidad o a la fama. Pero me cago en todo eso. 

Yo solo apunto hacia una dirección que, persivo, es la correcta, aunque tampoco estoy tan seguro de eso. El tiempo lo dirá. Yo no canto, no toco música, tampoco dibujo como me gustaría hacerlo, sé muy poco de historia y no vivo actualizado. Qué mierda sé, no tengo idea. Escribo, leo y vivo, y eso intento hacerlo con pasión. Si me gano unos pesos por ello, bien; si no, ya veremos. A veces tengo suerte: espero encontrar una salida en medio del camino.